jueves, 25 de junio de 2009

Como cocina una pintora y como escribe una mujer

Pinto cocino, escribo par compartir con ustedes mis sueños, plásticos y gastronómicos

Sin buscar tuve la fortuna de encontrar un símbolo a través del cual identifican mi pintura: "La Manzana" vino a mí, a través de mi Padre, que me las obsequiaba. Por eso se ha vinculado a mi vida y a mi también vinculada a mi vida y mi espíritu. Y he experimentado sentimientos: de la alegría, la tristeza, la certeza, las fantasías la euforia desvelos, y amor
Muchos son los trabajos que he pasado para formarme como ser humano y artista. Para lograrlo —ahora lo sé— infinitos factores que suceden. Mi nacimiento en Monterrey, Nuevo León; infancia agazapada entre la ternura de mi padre médico y la disciplina y consejos de mi madre. Mi estancia en Nueva York —la Gran Manzana—; los duros, los maravillosos años difíciles en que los hijos llegaban; la primera exposición en un garaje sin luz, el terco aprendizaje, las críticas adversas, el ácido estímulo de los detractores; la solidaridad de la gente, las experiencias, los sueños y deseos...; todo está presente y acude puntualmente convocado, como en las madrugadas cuando yo, Martha Chapa, me siento a pintar una obra, y así regresa mi pasado traslucido en el color y texturas.
Cuántos trabajos y trajines; cuánta lucha por construirme, por darme a luz a mí misma, para lograrme como ser humano y como artista. Después de mi exposición en la Galería Romano he tenido muchas y muy intensas experiencias. He conocido a gente creativa, he viajado, he materializado muchos sueños. En ocasiones la realidad ha rebasado mi fantasía y he logrado hacer cosas que nunca soñé.

Después de un periplo azaroso, se comunica ahora con ustedes para decirles porqué pinta y porqué todas las mañanas toma sus pinceles y emprende el esbozo de una manzana —la gran tentación—, fruta bíblica que es cifra y símbolo de esa libertad, conocimiento y belleza.
Pintar una manzana es pensar todas las manzanas. Es importante para la imaginación —ese difícil nombre del recuerdo— la tarea de convocar un caudal enorme de perfumes, texturas y colores que llegan a ella desde los múltiples jardines trazados por los mitos de los hombres. Pintar una manzana es recuperar súbitamente un verde paraíso pletórico de bestias inocentes que bajan a beber un agua mansa.
Desde la Biblia, desde Milton, desde la anciana voz de las mujeres de mi pueblo, el paraíso se me impone como un lugar de rosas que inundan a una pareja, la cual cumple su amor inaugural. Ahí los tigres hacen el amor, mientras Jehová y la serpiente crean el odio. En medio de todo ello un manzano se yergue como casilla central del laberinto. Su fruto rojo habrá de ser el símbolo final de las absurdas querellas de Jehová quien, bien mirado, fue en el Paraíso el gran intruso; el avieso negociante que nos quitó el jardín y nos dio a cambio el fruto que anunciaba la utopía de la ciencia del bien y del mal.
Mi biografía es una obsesión milagrosa. No he querido sino pintar una manzana. La que fascino a Eva, la que perdió a Atalanta, la que mordisqueaba Shiller, la que hipnotizó a Cézanne, la que en este momento se está gestando en aquel árbol. Pintar una manzana..., una más. Saber que, antes de hacerlo, esa manzana puede ser todas las manzanas. Adivinar de pronto que, ya pintada, el misterio subsiste. Yo lo sé bien: también una manzana —viva, pintada, ensoñada— es todas las manzanas. Así ha sido de fácil, y a la vez de complicada, mi existencia. Inspirada en estas reflexiones, que son resultado de mi vida, cotidianidad colorida, llego a la conclusión de que todos los que somos artistas (y todos los somos de algún modo y por lo tanto intenso, vital y eterno) sentimos un compromiso con nuestra sociedad, cultura y tiempo. Esta obligación es doble, triple, infinita cuando se trata de una mujer y aún más complicado cuando se nace que recrea la belleza como único y secreto tesoro. Arte como punto de encuentro entre la mediación ciudadana y la solidaridad social.
Deseo expresarles a personas sensibles como ustedes que nada permanece inmutable; la ebullición de un creador, de un artista plástico, es volcánica; que siempre tratamos de sorprender, claro, empezando por nosotros mismos…
La primera invitación que les hago es que vengan a "Expo Restaurantes 2009", que se llevará a cabo en el Wolrd Trade Center de la Ciudad de México, el jueves 2 de julio de 13:45 a 14:45. Estaré en "El rincón de María Luisa" (donde las letras se cocinan). Presentaré "De mercados, tacos y enchiladas". Alejandro Ordorica será el presentador y por supuesto estaré presente para firmarles libros y platicar con todos ustedes. Después, el mismo día de 16:00 a 17:30 los espero ahi mismo en la conferencia "Los Tacos de México" ¡No falten!
Y otra convocatoria igualmente entusiasta es que visten mi página www.marthachapa.com.mx/principal Bienvenidas y bienvenidos a este espacio que comienzo con mucho entusiasmo y deseosa de que se entable un fructífero diálogo. Aguardo con mucho interés sus comentarios.